Miguel Pérez (León 1953 – Santander en la actualidad), abogado, lector, observador, crítico y pintor de lunas, colores y percepciones.
Asistido y nunca abandonado, por la expresión que siempre se manifiesta en cada marca que señala el hueco del tiempo que interpreta. Aún con temor ante el lienzo o el papel en blanco.
En forma abstracta, a la que sería funesto darle un nombre (Willem de Kooning, 1950)
Detrás, incluso en su interior, 37 años de trabajo de corbata, tarjeta, puesto y responsabilidad, estudios, planes, expedientes , juntas y reuniones, hablando en jurídico, en económico, en civil, en mercantil, en patrimonial , con soporte de dibujos y colores; Y tratando de dejar que aflorara la pintura, según definición de Pollock.
Recuperando la forma de decir. Y, de esta manera, capaz de volver a hablar.
Dibujos, pinturas, la forma de ganar al tiempo restante que compite incompetente, sin dudar empujar todo contra todo. Pensando, con Rothko, con vehemencia, que un cuadro toma vida ante la presencia del mirador sensible, en cuya conciencia se desarrolla y crece.
Sin saber si el deseo de agradar es motivo, o que se interpreten sin entender los cuadros y dibujos; son suficientes unas miradas interrogantes, serenas o inquietantes, propiedad de cada cual.
Entonces, abren su propia existencia. Y son entendidos.